miércoles, 30 de septiembre de 2009

Balones fuera


Que gobernar un país no es lo mismo que dirigir un equipo de fútbol es algo que no hay que explicar a nadie. La mala gestión económica y deportiva puede llevar a la desaparición del club, sin embargo, la mala gestión gubernativa conlleva perjuicios más graves para un mayor número de gente. Paro, endeudamiento e incluso dificultades para vivir son los resultados de una deficiente praxis administrativa en el campo de lo estatal.

Pese a esta diferencia sustancial hay políticos que, ignorando la mayor importancia de sus acciones, pretende dar lecciones de cómo gestionar clubes deportivos. Roberto Jiménez, Secretario General del PSN, se ha atrevido a realizar audaces y desacertadas palabras sobre la gestión de Izco al frente de Osasuna. Creo que en torno a esto hay varias cosas que considerar.

En primer lugar, reconozco que Jiménez tiene derecho a emitir las declaraciones que estime oportunas acerca de este tema. No sólo porque sea socio de Osasuna sino por considerar que cualquier persona puede tener una opinión al respecto. Yo mismo la tengo, aunque carecer de toda la información pertinente puede hacer que tanto Jiménez como yo nos equivoquemos. Considero que el hecho de que sea político no le resta ningún derecho a la expresión, siempre que no utilice como aval de sus declaraciones el cargo que ostenta. Y no hizo eso, simplemente dio una opinión personal como ciudadano y aficionado a Osasuna. ¿Se hubiera armado tanto revuelo si hubiera criticado que el equipo no aprovecha como debe las dos bandas? Una opinión es una opinión. De la misma manera que no me parece ilícito que presidentes de ciertos clubes hagan declaraciones políticas personales, mientras no usen para ello los foros que su cargo les proporciona, hablo de Laporta. Así que Señor Jiménez diga usted lo que quiera.

Ahora bien, puede opinar desde la coherencia que se le supone a un político y es aquí donde falló el Secretario General del PSN. Su crítica se puede resumir en dos puntos. En primer lugar, reprochó a Izco el endeudamiento del club diciendo que de no ser Osasuna se encontraría acogido a la Ley Concursal, es decir, en quiebra o suspensión de pagos. Con la que está cayendo en España con un gobierno formado por su partido y me dice esto. ¿Qué ocurriría si fuera posible la aplicación de esta ley al Estado? ¿No estaría en mayor peligro una entidad con 60.000 millones de Euros de déficit, que se gasta el doble de lo que ingresa y que ha multiplicado dicho déficit por cuatro respecto al mismo periodo del año pasado? Si fuera posible una intervención a este nivel las condiciones del Estado español, gobernado por su partido, no serían mucho más holgadas que las de Osasuna. La diferencia estaría en que de quebrar el Estado lo que habría es hambre, anarquía e inseguridad mientras que si Osasuna desaparece como mucho tendríamos que pasar a animar a otro equipo español o, si se quiere apoyar a uno navarro, hacernos socios del Izarra.

La segunda de las grandes críticas es que para que los desequilibrios presupuestarios de Osasuna no fueran denunciados por los socios, es decir, para que la Junta Directiva tuviera asegurado el puesto, se estaban tomando medidas “populistas”, propias de una “república bananera”, que consiste en la no subida de los abonos de temporada. Aun en la retractación que hacía en su blog, Jiménez, seguía sosteniendo esta crítica, sin la carga pasional con la que lo hizo en la radio: “Si no se tiene, no se debe aspirar a más de lo que tus posibilidades te permiten y, por lo tanto, el endeudamiento exagerado en este caso no me parece la mejor solución y considero que no hay que tomar medidas populistas y luego solucionarlas con más deuda”. Lo siento señor Jiménez pero ¿cómo llama usted a las ayudas de 400 euros cargadas a la, ya maltrecha, economía pública? ¿Acaso no es eso populismo y esas medidas no van a redundar en un mayor deficit estatal?

Ah bueno, quizá eso se solucione con medidas como la subida de impuestos que, sí es cierto, no son nada populares…aunque se las intenté popularizar diciendo que solo van a pagar los que más tienen. ¿Qué más da si en realidad el 90 % de los impuestos recae sobre las clases medias?

Con la que está cayendo no me hable usted de repúblicas bananeras cuando la peor de esas repúblicas la sufrimos todos cada día.

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