viernes, 26 de marzo de 2010

Garzón: mesianismo y parcialidad


Varios duros golpes policiales amenazan la paz del bueno del juez Garzón. Primero le ilegalizan las escuchas del caso Gürtel, por el que tiene una querella por prevaricación, y el mismo día le niegan el recurso ante la querella presentada por Manos Limpias. La querella presentada por este colectivo judicial entendía que la causa contra los crímenes del franquismo se había abierto con la conciencia de la no competencia de Garzón para juzgar estos crímenes por lo que se incurría en delito. Y eso que, razonablemente, Garzón había paralizado la causa en 2008 por considerar que no quedaba ninguna persona viva a la que poder imputar los delitos de “desaparición forzosa” durante el franquismo. Es decir, la causa está paralizada pero la mala praxis jurídica es lo que ahora se vuelve contra Garzón.

No voy a juzgar este último hecho ya que no me considero competente al respecto, y no por falta de jurisdicción como Garzón sino por ignorancia. Sin embargo, en esta Cruzada emprendida por este personaje con tanto contenido mesiánico hay cosas que no cuadran. En primer lugar, los delitos de la Guerra Civil operan sobre la base de que esta contienda se emprende con el alzamiento del 18 de julio de 1936 pero hay historiadores que apuntan a la revolución socialista de 1934, Revolución de Asturias, como el verdadero origen de la Guerra Civil ya que se quiebra la legalidad republicana en el momento en que un partido elegido democráticamente (la CEDA) es alejado del poder por medio de sublevaciones armadas.

Pero más allá de esto está la conveniencia de romper el espíritu de la Transición que no es sólo de consenso, como suele repetirse hasta la saciedad, sino también de reconciliación respecto de la guerra fratricida. Garzón a lomos de su Babieca particular pretende iniciar una guerra…a la que no se le puede calificar de “justa”. Pese a que algún medio considera que a Garzón se le tiende una trampa desde la ultraderecha y que el freno que se le interpone es una victoria del fascismo (recuerdan demasiado a la retórica franquista del "contubernio judeo-masónico-comunista internacional").

Lejos del positivismo jurídico que todo lo reduce a la ley positiva hay que respetar el espíritu de la justicia. La definición de la justicia que ha perdurado en el imaginario colectivo es aquella de raigambre aristotélica “Dar a cada uno lo suyo”. Pues bien, señor Garzón, no creo que fracturar de nuevo a la sociedad española y volver a las acusaciones sea una vía de construcción nacional. Pero, además, si pese a ello considera que los crímenes del franquismo son una aberración le invito a que juzgue también los de la Dorada República Española. Una república en la que los campos de concentración y tortura han sido ya descubiertos por la historiografía bajo la modalidad de “Checa”. También le invitó a juzgar el asesinato de Andrés Nin líder del POUM y asesinado por el PSOE (el partido con el que usted estuvo en el ejecutivo en 1993 como número 2 de Interior) y el PCE por declarar una modalidad de comunismo poco propicia a Moscú. Le invito a que juzgue las matanzas y violaciones de religiosos en el bando republicano cifrado en torno a las 9.000 víctimas. Y si seguimos hacía atrás encause también a David por asesinar a Goliath o a Caín por hacer lo propio con Abel.

Y mire que si juzga estos hechos abrir el filtro de la causa tendrá alguna virtud como que todavía quedan vivos algunos responsables. Podría acusar a Santiago Carrillo de crímenes de lesa humanidad que también se cometieron. Sin embargo, creo que tanto los crímenes de unos como los de otros no han de ser juzgados y no por un hecho de injusticia o porque los considere lícitos sino porque este acto de justicia puede degenerar en conflicto social y la justicia está para mantener el orden. Déjese de mesianismos y de mezclar la política en su labor judicial. Su espíritu redentor no lleva más que a la apertura de heridas cerradas por el espíritu de reconciliación nacional de la Transición. Aunque este último pedido no parece que se vaya a cumplir por parte de un juez con demasiadas ansias de ser recordado.

jueves, 25 de marzo de 2010

Lo que queda de Mayo del 68. La insurrección de los colegiales madrileños


Hace ya 42 años de aquel mayo del 68 francés que ha pasado por ser una de las revueltas más significativas en occidente. Aquel movimiento universitario, y circunstancialmente obrero, contra la quinta República francesa fue pronto convertida en un icono de la revolución social. Es cierto que, como señalaba Mario Roberto Santucho, se trataba de una revuelta burguesa y protagonizada por las clases medias y altas fundamentalmente. Por supuesto, aquella revuelta tuvo un cierto contenido socialista como un reclamo de la autogestión para la Universidad y el sector industrial y una demostración de hastío hacia la sociedad capitalista pero sus coordenadas ideológicas eran otras. Nada tiene que ver esta revuelta, por ejemplo, con los movimientos guerrilleros de Hispanoamérica, la guerra de Vietnam o la independencia de Argelia salvo un vago rechazo del imperialismo y una posición contraria al capitalismo y a las supuestas formas autoritarias por él generadas. Sin embargo, las principales consignas tenían como punto fundamental la liberación sexual y una afirmación de la juventud como valor reclamando más protagonismo político para ésta en detrimento de una generación ya obsoleta, el presidente de la República era De Gaulle (Un lema: “No te fíes de nadie que tenga más de treinta años”). La liberación sexual fue a partir de entonces una bandera de la izquierda, curiosamente los principales grupos de ultraizquierda tuvieron una opinión muy contraria a ésta con un concepto moralizante de la sexualidad y una comprensión de la liberalidad sexual como defecto pequeño-burgués.

En España las protestas fueron mucho menores que en Francia y su contenido era no tanto de hastío anticapitalista o imperialista o de voluntad de introducir a España en las sinuosas sendas de la liberación sexual que de una manifestación de voluntad de reforma democrática del país y de rechazo al régimen político sintetizadas en aquel mítico "Diguem no" de Raimon. Sin embargo, todavía hay quien sigue afirmando los valores del 68 francés en nuestro país con cierta nostalgia e idolatrando los lemas, la estética y a los líderes de aquellas convulsas jornadas.

Curiosamente, los mismos que, bajo otras premisas alaban la rebeldía estudiantil y la insumisión al oficialismo son los que cargan hoy contra los estudiantes de los colegios mayores de Madrid tildándolos de retrógrados, pusilánimes, inconscientes y les acusan de ser un factor retardatario para la “modernización” del país. En definitiva, protestan y acusan a quienes protestan por lo que ellos no quieren que protesten. Que haya unos jóvenes que no consideren que la igualdad consista en abrir las puertas a todos en todo les parece atávico.

Sobre el tema del rechazo a la conversión de estos colegios en centros mixtos aportan dos motivos bien distintos, aunque según algún diario plegado a las exigencias del nuevo socialismo, que de social tiene bien poco, lo que denotan es una falta de motivos. En primer lugar, señalan la incomodidad de convivir con personas de distinto sexo. En segundo lugar, hablan de la pérdida de identidad de los colegios mayores tradicionalmente diferenciados. Y, claro, estas palabras chirrían en los oídos de la progresía. “Tradición”, “identidad”…horror y, peor aún, CONSERVACIÓN. A esto responden adjudicándoles algún tipo de patología sociológica. En esto están en las antípodas del mayo francés mediatizada por la liberación sexual y que consistía en revolución por la revolución (Un lema: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”).

Pero lo que es fundamental y lo que no se quiere reconocer es que lo que precisamnte reclaman los colegiales es el fin de las formas autoritarias de gestión de la universidad. El principal polo de debate es haber tomado una decisión a este respecto sin contar con los propios colegiales. Es decir, es una afirmación del protagonismo juvenil y un ataque a la falta de democratización de diferentes instituciones de carácter estatal. En este afán de protagonismo, en este carácter insurreccional frente a la imposición estatal es donde reside lo positivo del eco que el mayo del 68 tiene en esta protesta.

Excurso: No apruebo la violencia contra el Rector de la Universidad Complutense hay formas de contestación igualmente enérgicas y no violentas.

lunes, 22 de marzo de 2010

"Es un tú en ti". La batalla continúa


Hablar de un tema tan controvertido como el aborto no es fácil pero, desde luego, no hacerlo es un gesto no sólo de cobardía sino de irresponsabilidad. En España el tema es grave, muy grave. Basta para percibir la gravedad del asunto considerar que en nuestro país sólo en 2008 se produjeron 115.812 abortos. Y lo que es más grave aun, el debate se ha desplazado hacia un polo individualista-materialista muy grave. Han dejado de tener de importancia los informes científicos acerca de la condición de ser humano o no del feto, ya no importa si el aborto se puede calificar como crimen o no. Ahora lo fundamental es el mal llamado “derecho a decidir”. En purismo se puede decir que se está despenalizando el asesinato en masa de seres indefensos so pretexto de defender los derechos sociales, en definitiva, el bienestar de hombres y mujeres, curiosamente con capacidad de voto bien sea de manera actual o potencial.

La demencia en este aspecto ha llevado a que niñas de 16 años puedan abortar sin permiso paterno mientras que no puede comprar alcohol legalmente. Se ha devaluado de tal manera la vida que lo único que importa es el bienestar. Aunque la comparación sea políticamente incorrecta, es la misma lógica que llevó a los nazis a asesinatos masivos de personas con deficiencias o de judíos bajo las premisas de su no-humanidad y del bienestar que ello produciría a la sociedad alemana (tanto eugenésico como racial). La diferencia radica, en esa retórica, en que el titular del supuesto bienestar que legitima el genocidio ha pasado de ser la “raza” a ser “el individuo”.

En este marco perverso, inconsciente y resucitador de lo peor del ser humano dos noticias para la esperanza se abren en el horizonte. En primer lugar, la capacidad del lobby abolicionista (del aborto) demócrata que ha conseguido que el “pro-choice” Obama, incomprensiblemente alabado por círculos católicos españoles, tenga que eliminar la financiación pública del aborto en su reforma sanitaria.

La segunda es la constatación de que en España el activismo anti-abortista sigue dando la batalla. En este plano, la labor de la Iglesia está siendo digna de elogio defendiendo, a costa de calumnias y ataques, el “derecho a la vida” frente al “derecho a elegir”. El último capítulo en esta batalla, cargada de dramatismo y “a vida o muerte” en el más radical de los sentidos, es la campaña “Es un tú en ti” que lanza la Conferencia Episcopal Española y que desde aquí no dudamos en apoyar con energía y la mayor de las violencias que la palabra permite.

Tú la letra, yo la música. La solución del himno de España está en la historia


Hace ya un par de semanas leí un artículo de opinión en El Mundo en el que se hablaba de la importancia de los símbolos nacionales para la preservación del espíritu cívico y el mantenimiento de una identidad nacional. Desde luego, que es fundamental la existencia de ciertos símbolos que, por factores poco racionales, evoquen la unidad destino y comunitaria de toda organización política. Incluso agrupaciones políticas de menor importancia, como los partidos políticos, se dotan de un himno, una bandera…símbolos de comunidad y unión.

En el caso de España tenemos un gran déficit a este respecto. El himno de España, la Marcha Real, no tiene letra y, por tanto, no cumple su función simbólico-afectiva que los símbolos nacionales tienen especialmente en reuniones públicas. En el citado artículo, el autor repasaba otros caso como la vibrante y belicista Marsellesa, quizá uno de los himnos más emocionantes de la historia. Algunos otros, como el de Argentina, hacen referencia a los valores nacionales que dieron lugar al nacimiento de la Patria y con ello se condensa un mensaje recordatorio de la esencia y el proyecto nacional. En esta misma línea el himno italiano hace claras referencias a la constitución nacional por medio de alusiones a la Unificación y al pasado común aunque fracturado.

En España una vida política excesivamente fracturada y el ataque de los nacionalismos periféricos ha conllevado una devaluación de los símbolos nacionales. Otro de los factores, no nos engañemos, más importantes en esta disolución de los símbolos es el hecho de que el gobierno que mayor bandera de españolidad ha hecho de la historia es también el más demonizado de la historia del país, el franquismo. Pero hemos tenido himno con letra e intentos claros de recuperarlo o de generar uno nuevo.

El primero de estos himnos data del reinado de Alfonso XIII que encargó una letra para el himno al literato Eduardo Marquina, uno de los grandes literatos dramáticos de la época. Marquina centró su himno en un homenaje a la bandera y al lema de España “Plus Ultra” (“Más allá”) que data del reinado de Carlos V y que se ha mantenido en los escudos tanto de la República, como del franquismo, como en el actual escudo constitucional adornando los dos pendones que rodean las torres de Hércules. El segundo himno, es el himno de la República Española, también conocido como himno de Riego, aunque su origen es bastante anterior siendo la rebelión de Riego en 1820 su principal temática. Quizá por eso, parece poco adecuado al ser no sólo un himno escasamente unificador sino demasiado circunstancial. El tercer himno registrado es el escrito por José María Pemán, literiamente emocionante…pero con referencias a la símbología fascista y al triunfo del bando nacional en la Guerra Civil española por lo que también resulta un himno en exceso partidario. Por último, y como prueba de la voluntad de los españoles de dotarse de un himno el COI realizó un concurso el año pasado para proporcionar una letra al himno. Paulino Cubero presentaba un himno que tiene la virtud de que entierra diferencias políticas en cuanto a las dos Españas. Sin embargo, la alusión a un sistema de gobierno (la democracia) parece que no refleja demasiado la historia de un país que ni tiene a éste como sistema fundacional y que salvo breves lapsos históricos apenas ha funcionado con él.

Por todo ello, dada la dificultad de crear uno de nuevo cuño creo que el himno que más sirve y más aúna las diferentes sensibilidades de nuestro país el himno más adecuado sería el de Marquina desde mi punto de vista. Un himno que homenajea a la bandera, en el que no hay alusiones políticas partidistas y que refiere constantemente al carácter proyectivo de España sintetizado en el lema "plus ultra".

Adjunto la letra del himno de Marquina ya que es el único que carece de reproducción en Internet:

Gloria, gloria, corona de la Patria,

soberana luz

que es oro en tu pendón.

Vida, vida, futuro de la Patria,

que en tus ojos es

abierto corazón.

Púrpura y oro: bandera inmortal;

en tus colores, juntas, carne y alma están.

Púrpura y oro: querer y lograr;

Tú eres, bandera, el signo del humano afán.

Gloria, gloria, corona de la Patria,

soberana luz

que es oro en tu pendón.

Púrpura y oro: bandera inmortal;

en tus colores, juntas, carne y alma están.

viernes, 12 de marzo de 2010

Miguel Delibes o lo que España pierde


Ayer era un día triste, hoy no lo es menos. La tristeza de ambos días lleva el olor de la muerte y del recuerdo. Ayer se celebraba el aniversario del 11-M y todos recordábamos a las 192 personas que fallecieron en, quizá, el peor día de la historia de España. Hoy nos hemos despertado con el sabor a muerte todavía en la comisura de los labios, Miguel Delibes ha muerto. Y todos volvemos a recordar, no es un recuerdo idéntico pero ambos tienen el sentido de que algo se ha perdido para siempre. Al menos en el caso de don Miguel nos queda su obra y su ejemplo de literato perenne en sus miles de páginas.

Comentaba un buen blogger esta mañana el silencio que la muerte de Delibes ha generado en las redes sociales, fiel indicador del impacto de una noticia. El tono de su nota era pesimista y, hasta cierto punto, reivindicativo. Pero coincide en el fondo con las palabras que hace poco se leían en El Cultural en una entrevista a Arturo Pérez Reverte. Se decía en ésta que España es un país inculto, muy inculto, orgulloso de ser inculto. España es un país culturalmente impotente en el que todo aquel que sobresalga es cercenado como salvaguarda de la mediocridad nacional y como garante de la prolongación de la lucha ideológica (que no cultural) cainita. Es cierto, que Benito Pérez Galdós nos mostraba en sus novelas la verdad de España. La pillería, la soberbia, la rebelión frente a lo excelente…y la incultura. Desde luego, no se trata de tratar de idealizar España sino tratar de mejorarla, tratar de hacer de ella un país más habitable y, en este sentido, la cultura es una gran piedra angular que, hace tiempo, hemos desechado. A este respecto España vive en una complicada situación debido a esa aversión a la excelencia, esa voluntad de degollar todo lo sobresaliente y la medianía hecha ley. Poca viabilidad de vitalidad cultural existe en un país estigmatizado por el la fiebre de la envidia igualitaria convertida según algún intelectual en el principal defecto nacional.

No es pura casualidad que sea en España donde haya nacido uno de los más bellos cánticos a la elevación de la mediocridad por medio de la exaltación de la minoría cultural. La rebelión de las masas orteguiana es una apología de la excelencia sobre la mediocridad dictatorial del hombre masa, que no se acomoda con su futilidad sino que pretende convertirla en regla.

Y ahora se va uno de esos que no quisieron erigirse en aristócrata sino que quiso aristocratizar lo populachero. España pierde a uno de los gerifaltes literarios. Uno de los escaños de la República española de las letras queda hoy vacante. El silencio con que hoy la gran mayoría de España despide a uno de sus mejores hijos no es sino la crónica de una enfermedad hace ya tiempo anunciada. Al menos nos quedara el recuerdo, la muerte y el dolor por esta España descastada e iletrada. Gracias don Miguel.

martes, 9 de marzo de 2010

Celestino no estás fino




Se desmarca el ministro de Trabajo con unas declaraciones hoy que no se sabe muy bien si hay que interpretarlas como un canto de cisne del socialismo español o que definitivamente nos hemos vuelto locos todos en este país. Don Celestino trataba de convencer hoy a todos los españoles de que está bien eso de hacerse un plan de pensiones privado. Por supuesto, el ejemplo es lo primero y él ha dicho tenerlo desde hace tiempo. Bien hecho, demostrando algo de lo que muy pocas veces puede alardear la clase política, el ejemplo de sus actos. Sin embargo, parece más otro despropósito de un Ministro que los colecciona y que con estas declaraciones demuestra, una vez más, la separación del establishment político respecto de la realidad. A la negación de la crisis al grito de "calla cucurucho que yo no escucho", se unieron los "brotes verdes", que ni los dietistas vegetarianos han visto, y, últimamente, una serie de propuestas de corte ultraliberal que significan, más bien, la deriva del gobierno.

Y Celestino en esto se lleva la palma. Resultan curiosas estas declaraciones de un señor al que le está cayendo lo que no está escrito. Con una tasa de paro alarmante, una disolución del tejido industrial que ha sustentado España en los últimos años, una reforma del mercado laboral...sale con estas. Otra vez surgen las dudas ¿es un consejo sincero, casi de amigo? o ¿es una amenaza velada, un aviso de que como no se hagan planes privados aquí no cobra su pensión ni Alcántara el de "Cuéntame"? Sería una buena noticia si esto significara una reducción en la carga ideológica del socialismo, eso que algún teórico quiso ver en los años sesenta y que denominó "el giro a estribor del socialismo". Pero no es así ya que, por supuesto, don Celestino afirma que el sistema público se va a mantener. Obvio, ¿cómo va el socialismo a renunciar a sus mitos? Ah...¿que ya lo hicieron proponiendo el retraso de las jubilaciones? .

Eso sí, señor Celestino, ¿puede usted decir a los españoles como se pueden hacer planes de pensión privados con una prometida subida de impuestos, con un 60 por ciento de la población en condición de mileurista, con un precio de la vivienda todavía inflacionado? Celestino, una vez más, no has estado fino.

jueves, 4 de marzo de 2010

Al debate...por los cuernos



Hace poco he releído una gran frase “…esta vida mía, que no es, ni más ni menos que todas las vidas que merecen llamarse tales, sino una sucesión constante de esfuerzos dramáticos para afirmar una personalidad penosamente forjada en lucha con el medio”. Lo cierto es que aunque pueda parecer la frase de un filósofo o la de un existencialista consciente la leí en la boca de un torero en “Juan Belmonte. Matador de toros” (altamente recomendable). La realidad, es que la frase es de Manuel Chaves Nogales pero en el juego ficción-realidad de este libro sale de la boca de un Belmonte, revolucionario del toreo, lírico que acerca a éstos (los toreros) más a la figura del esteta que a la del personaje de farándula que podemos tener hoy.

No leí el libro por conocimiento de la figura, ni siquiera por amor al toreo sino casi por amistad ya que un buen amigo dedica a Chaves Nogales las mejores horas de su día. Sin embargo, el libro me permitió profundizar en un tema que siempre me ha fascinado. La lucha del hombre con el toro mano a mano, la posibilidad de la muerte, el toreo a cuerpo en las dehesas sevillanas, el olor de la gloria, la sequedad del fracaso… Es cierto, me gustan los toros sin llegar a ser un apasionado y confesando que podría pasar sin ellos sin ningún problema. Con suerte acudo una vez al año a una plaza de toros y jamás he dejado nada de lo que tenía entre manos por ver una corrida en la televisión. Es un mundo en el que me muevo torpemente, para el que no tengo ninguna clave interpretativa para saber si una faena ha estado bien ejecutada o mal, salvo el instinto que te hace dejar las manos rojas de aplaudir o los movimientos espontáneos que uno hace en su asiento de la plaza imitando el movimiento que el torero debería hacer para evitar la cornada.

Entiendo al que no guste, que conste. A mi no me gustan los botes de mierda que colocan en los escaparates del Village de Nueva York mientras dos “gafapastas” se quedan atónitos mirando hasta que el metano hace que los botes revienten y los llenen de heces hasta la coronilla. Y a eso lo llaman arte, genial, lo respeto…eso sí, de lejos no vaya a ser que salpique.

Otro cantar es el de la prohibición institucional. Que se debata estos días en Cataluña la posibilidad de prohibir el toreo es denigrante y vergonzoso para quienes aman la libertad. Por supuesto, el Estado está para salvaguardar el orden y la justicia pero no para dictar ni juicios morales, ni religiosos, ni mucho menos estéticos. Legislar sobre manifestaciones estéticas, siempre que no atenten al orden social, es un resto stalinista que no se puede admitir. Los que se declaran defensores de la libertad, los que dicen que lucharon en este país por ella son los mismos que ahora nos la quieren quitar y afectando no sólo a la libertad política sino a manifestaciones mucho más hondas de nuestra existencia como son las de religiosidad o las de los gustos estéticos.

Lo peor de todos es que los términos del debate están falseados. Si el tema del toreo pasa por el Parlament de Cataluña estos días es simple y llanamente, porque el toreo se asocia a lo español y, no en vano, se denomina la fiesta nacional. No creo que haya que sobredimensionar la relación entre lo español y el toreo ni para bien ni para mal. Pero también resulta deshonroso para la clase política catalana el apelar a criterios humanitarios (aunque más bien habría que denominarlos “animalitarios” por lógica taxonómica) para ocultar una ideología y un plan político muy determinado.

El toreo es atacado por ser “lo español” frente a la Sardana, por ejemplo, que es “lo catalán”. Sin embargo, no se puede aceptar ni que se falsee un debate, ni que se atente contra la libertad ciudadana. Habrá que rogar para que no se obligue a todos los catalanes a bailar la Sardana…y para que no llenen la preciosa ciudad de Barcelona de botes de mierda al grito de “es catalaaaaaaán” del primer iluminado de turno.