jueves, 29 de julio de 2010

Lo liberal y lo demócrata


Leía ayer en un texto, creo que, de Renné Courtin la diferencia que existe entre dos términos que a día de hoy se utilizan casi indistintamente: liberal y democrático. Está claro que hay otros autores, como Carl Schmitt en la época contemporánea o Tocqueville con anterioridad, que ya habían incidido en esa diferencia, con diferente sentido por cierto. La diferenciación de Courtin se situaba más en la línea de Toqueville y es que ambos tenían una mayor preferencia por lo liberal que por lo democrático, mientras que Schmitt prefería este segundo. El caso es que para los dos franceses lo liberal y lo democrático no sólo no son compañeros amigables de viaje sino que, frecuentemente, se amenazan entre sí.

Para el liberal, hay una serie de valores o de verdades que están por encima de cualquier estructuración de la comunidad política y que no pueden ser tocadas por esta. Según su visión del contractualismo, el individuo al introducirse en sociedad no se anula como tal y si se inserta en ella, en la sociedad, es por referencia a una comunidad de valores, lo que podríamos denominar cláusulas del contrato, que no se pueden violar. Por tanto, la acción política en sociedad cuenta con dos cortapisas. Por un lado la autonomía y libertad individual y por otro los valores contenidos en esa “constitución originaria” que conforman la sociedad. Ambos elementos son intocables para el liberal.

Por su parte el demócrata es lo que podríamos denominar un “relativista de lo social” y lo es porque bajo la premisa de que la mayoría hace la verdad (vox populi, vos dei) no hay valor que no pueda ser transgredido. Con esta mentalidad se abre a una moral situacional, la que dicte la mayoría en cada momento, desnortada y con el único requisito de haber sido elegido por la mayoría. De esta manera lo que es un procedimiento electivo, la democracia como método de elección de gobernantes, se eleva por encima de criterios cívico-morales.

La sacralización del elemento democrático conlleva un marchamo autoritario e inmoral mientras que el elemento liberal apela a un conjunto de valores que fundan la sociedad. Desde mi punto de vista la única manera de ahuyentar la amenaza autoritaria y libre es la predominancia del elemento liberal sobre el democrático, la persistencia de valores y de salvaguardas para la libertad por encima del dictado autoritario de un mero formalismo electivo.

Las prohibiciones destinadas a eliminar la libertad individual contienen un dogmatismo y un intento de imponer una moralidad de circunstancias desde el Poder que atenta contra la sociedad libre. Ya lo dijo Popper, la sociedad abierta tiene sus enemigos. Y los de hoy son los que pretenden monopolizar la bandera de la libertad.