jueves, 21 de octubre de 2010

La corrupción del lenguaje. Rosa Díez en la Complutense


Decía Carl Schmitt que todos los términos políticos por el hecho de serlo tienen una intención polémica y segregadora. Así, por ejemplo, el término “fascista” sirve como arma arrojadiza con la que descalificar al adversario, mientras que arrogarse la condición de “demócrata” sirve para autolegitimarse. De ahí que se dé tanto a nivel cultural como al de la comunicación y discurso políticos un intento de promover un cierto tipo de lenguaje cuya carga connotativa sirva de instrumento político. Algo tiene que ver todo esto con la teoría del framing o, al menos, con sus expresiones más divulgativas. La cuestión es que en ese uso, o conquista, semántica muchas veces las palabras no sólo pierden significado sino que acaban significando precisamente lo más opuesto a su sentido originario.

Uno de los términos que frecuentemente reciben un tratamiento degenerativo es el de “libertad de expresión”. Intuitivamente esta libertad alude a la posibilidad de un individuo inserto en una comunidad política organizada para expresar su opinión acerca de los temas que afectan a esa comunidad. Por supuesto, la libertad de expresión tiene sus ciertas limitaciones, como toda libertad, destacando entre estas la de ejercitarla de manera correcta, es decir, sin menoscabo de la dignidad e integridad ajenas. Es la libertad de expresión, como fácilmente se puede entender, un valor supino en democracia, sistema que se basa, precisamente, en la confrontación no bélica de pareceres políticos.

Sin embargo, la bandera de la “libertad de expresión” se suele enarbolar exclusivamente en el caso de que uno quiera ejercerla, sin tener en cuenta que toda libertad implica el deber de respetar la ajena. Pero he aquí que hoy se ha corrompido nuevamente el lenguaje político cuando Rosa Díez pretendía exponer sus ideas en la Universidad Complutense. No sólo se ha intentado vetar el acto por medio de la intimidación de la turbamulta y del grito vocinglero sino que, además, para ello se ha apelado a la “libertad de expresión”, triste ironía. Se les ha permitido a los detractores de Rosa Díez, que ha escuchado su lamentable manifiesto en un democrático silencio, hablar y expresar su opinión, aunque ésta sobrepasaba los límites de la ofensa personal.

Algo ocurre, algo muy turbio, cuando en democracia la intimidación y el léxico democrático son utilizados como defensa de actitudes violentas y totalitarias. Tanto los tristes gritos del día de las Fuerzas Armadas contra Zapatero hasta el boicot de hoy son un espectáculo dantesco de inmadurez democrático. Y lo peor de todo es que cuando la violencia verbal y la coacción se convierten en instrumentos de normalidad democrática bajo la falsa égida de la libertad, se empieza a minar la convivencia pacífica.

Bochornosa me parece también la actitud del rector de la Complutense, quiero pensar que guiado por una equivocada prudencia, había pedido a Díez que pospusiera la intervención para evitar el encontronazo. Equivale esto a abdicar de los derechos y libertades así como a doblegarse ante la estulticia impenitente del radical. Los que no estamos dispuestos a pasar por ahí nos avergonzamos de la actitud del Excelentísimo Rector.

Gracias a Dios hay “brotes verdes” ya que prácticamente a la misma hora en una universidad de la Iglesia católica, la de Navarra calificada por ETA de escuela de “cuadros franquistas, se presentaba el nada clerical Iñaki Gabilondo cuya animadversión a la Iglesia Católica es bien sabida. Lejos de abucheos y recriminaciones violentas se le dispensaba una sonora ovación que se ha podido oír a través de las ondas de la, tan poco afecta a la Iglesia, Cadena SER. Un ejemplo de la discrepancia hecha diálogo y respeto.

Volviendo a la Complutense no está de más señalar que la ponencia de Rosa Díez llevaba un título que resulta profético: “Regenerar la democracia” que es precisamente lo contrario de lo que quierenesos que nos quieren hacer una democracia tan pequeñita en la que sólo quepan ellos. Desde la discrepancia política le doy la enhorabuena a Rosa Díez por aguantar el chaparrón con dignidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario