lunes, 12 de abril de 2010

La imposible Tercera España



El día 14 de abril se cumplen 79 años desde que se proclamara la II República en España quizá uno de las épocas más idolatradas por la historiografía y las fuerzas progresistas en España a causa de los traumáticos episodios que llevaron a su fin. En un ambiente político radicalizado en los que las principales fuerzas políticas correspondían a los dos extremos del arco político la única salida podía ser o la revolución socialista, comunista o anarquista o la sublevación militar de la derecha como así sucedió.

Frecuentemente la República española se suele recordar como la realización de una utopía democrática en un país como España que no había disfrutado jamás de semejante forma de gobierno. Sin embargo, la realidad es muy otra. No es sólo que ya la República ejerciera acciones antidemocráticas como la disolución estatal de órdenes religiosas, la orden religiosa de los jesuitas fue disuelta en 1932, declarando, pues, fuera de la legalidad a un sector de la sociedad por sus creencias religiosas. Lo más grave es, sin embargo, que las fuerzas políticas que mediatizaron la República fueron fuerzas declaradamente antidemocráticas y que la pureza electoral de aquel régimen puede muy bien ponerse entre comillas. Ser republicano no es sinónimo de ser demócrata como la historia oficial suele mostrar.

El 28 de junio de 1931 se celebraban las primeras elecciones generales del periodo republicano. El PSOE, una fuerza marxista-revolucionaria que pretendía la extinción de la democracia burguesa, obtenía el mayor porcentaje de votos, 24,5%, bastante por encima de la segunda fuerza, el radicalismo de Alejandro Lerroux. La derecha sufre un duro varapalo en esas elecciones y Manuel Azaña comienza la articulación del gobierno republicano. Durante este periodo, denominado frecuentemente “bienio azañista”, las huelgas, atentados y declaraciones en contra de la república serán frecuentes por parte de anarquistas y socialistas especialmente. Las fuerzas de la izquierda radical, las principales, entendían que lo que se había producido en España no era una transición democrática, ya que no se realizaba la revolución socialista o anarquista, sino que se había pasado a una dictadura burguesa y amenazaron constantemente con la insurrección.

En 1933 el varapalo se lo llevó el socialismo que perdió 54 diputados a favor de un nuevo partido de derecha (la CEDA) cuyo líder Gil-Robles se negó por compromiso con la República a formar gobierno. Gil-Robles era consciente de que la República todavía no estaba preparada para la sucesión en el poder de una fuerza de derecha, por la presión de la izquierda radical, y por ello Lerroux formó gobierno sin presencia de la CEDA. Once meses después la CEDA decide entrar en el gobierno a lo que la izquierda responde de manera golpista más que democrática. La secuencia de actos es descriptiva por sí sola el 1 de octubre la CEDA entra en el gobierno con tres ministros, el 5 las fuerzas de la izquierda convocan un paro general en toda España, el 6 de octubre contrariando la legalidad republicana la Esquerra de Companys declara el estatuto catalán con el apoyo de milicianos y Mossos d’Escuadra, el 7 de octubre el PSOE apoyado por la CNT y el PCE da un golpe de Estado que es rápidamente sofocado salvo en Asturias donde la resistencia revolucionaria da lugar a “la revolución de Asturias”.

En 1936 la izquierda española concurre agrupada a las elecciones con el protagonismo del PSOE, el PCE y grupos de izquierda republicana como el azañismo ya públicamente radicalizado. Este “Frente Popular” obtendría un 60 por ciento de los escaños. La táctica del Frente Popular había sido orquestada por Moscú de ahí que la principal fuerza impulsora fuera el PCE. La historia posterior es por todos conocida.

La República Española estuvo en manos de fuerzas extremas, especialmente de izquierda, que no buscaban la consolidación de la democracia en España y que consideraban la república como un paso intermedio hacia sus más ambiciosos planes de corte revolucionario. Hubo, desde luego, republicanos convencidamente demócratas que trataron en vano de centrar la República. Hubo liberales de centro como Manuel Chaves Nogales exiliado por liberal y burgués (una grave acusación) primero en París y luego en Londres ya que se había opuesto públicamente al nazismo. Hubo republicanos convencidos como Gregorio Marañón cuya vida en el Madrid revolucionario peligró y cuya salida fue también el destierro. También hubo demócratas liberales que se exiliaron durante cuarenta años y que llegaron a presidir el gobierno republicano en el exilio pero que criticaron la comunistización del régimen republicano como Claudio Sánchez Albornoz. Hubo republicanos conservadores como Ortega y Gasset que habían colaborado a traer la república con su pluma y que tuvieron que exiliarse por las amenazas del poder fáctico comunista. Hubo firmantes del manifiesto “Al servicio de la República” que no dudaron en criticar la preparación de los conatos revolucionarios de la España frentepopulista como Pérez de Ayala.

Los hubo sí, pero estas posturas de moderación política estuvieron circunscritas a ámbitos elitistas y burgueses y su incidencia electoral fue mínima. En aquella España extremosa dividida en dos posturas maximalistas y enfrentadas a muerte ellos no tenían sitio. La República que ellos amaron por democrática no fue suya y aunque fueron sus padres pronto fueron desposeídos de la “patria potestad”. La tercera España demócrata, moderada y constitucionalista fue minoritaria y electoralmente marginal. La República, y con ella España, perdió una oportunidad que, quizá nunca tuvo ante la postura de dos extremos que la vieron como un paso intermedio para la realización de sus propios planes. La marginación de esta tercera España fue un tren perdido y la República la locomotora de aquella pérdida.

4 comentarios:

  1. Muy buen artículo, Carlos. No estaría mal hacer un repaso por los mitos de la II República y la realidad histórica.
    Sigo pensando que el franquismo es de las peores cosas que le han pasado a España, no sólo por lo evidente, sino también por el complejo de inferioridad que el régimen franquista ha impuesto sobre nuestros políticos de derechas, que, avergonzados de sus propios ideales,consienten la manipulación histórica que se orquesta desde los propios ministerios de educación y se grita desde los minaretes socialistas, faltando, cómo no, a la verdad y a la memoria histórica.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Txerra. Creo que el principal mito del bando republicano es lo que se intenta negar aquí, es decir, que fue el bando de la libertad. Fue, más bien, el bando de la revolución que llevó en otros países a la dictadura más genocida de la historia, la de Stalin, que, sin embargo, no ha sido suficientemente negociada. La España liberal y democrática tuvo que poner pies en polvorosa pero ahora la izquierda se los intenta apropiar. Que la izquierda ensalce haciéndolo suyo a un conservador tan evidente como Ortega es un disparate que responde a esta tergiversación de la historia. Gracias por tus comentarios.

    ResponderEliminar
  3. Donde dije "negociada" quería decir "denunciada". Craso error

    ResponderEliminar
  4. No es eso, no es eso... que dijo Ortega y Gasset, la pregunta es ¿cómo se remiendan 80 años de manipulación histórica?

    ResponderEliminar