martes, 17 de noviembre de 2009

Los nostálgicos del franquismo







































(Reportaje realizado por: Javier Brizuela, Carlos Goñi, José Manuel Magaña, María Pérez de Larraya y Ernesto Oyarbide)


La suya no fue una muerte más. El enfermo que sucumbió finalmente al sufrimiento el 20 de noviembre de 1975 había decidido entrar en la historia el 18 de julio de 1936. Más de tres décadas ostentando la Jefatura del Estado hicieron que aquella muerte no pasase desapercibida. Tres días de luto nacional y largas colas para despedir al cuerpo ya inerme del General Franco fueron pruebas de lo especial de aquella jornada luctuosa para los adeptos al Régimen y esperanzadora para los partidarios de la democracia.

Repentinamente España adquirió la mayoría de edad política y experimentó una transición a la democracia culminada exitosamente a pesar de los movimientos desestabilizadores de los sectores más radicales del Régimen, cuya manifestación más notoria fue el golpe de Estado del 23-F. La sombra de quien había sido jefe de Estado durante 36 años se extendió sobre el proceso transitorio, habida cuenta que éste se concibió como una reforma de las propias leyes franquistas y no como ruptura.

Sin embargo, el consenso entre las fuerzas políticas partidarias de la democracia arrinconó progresivamente a los grupos más involucionistas. El miedo fue desapareciendo y la figura de Franco perdió la veneración oficial y popular de la que, supuestamente, había gozado durante su mandato, convirtiéndose en el ejemplo histórico de lo que no debía volver a repetirse. La Ley de Memoria Histórica sólo es una de la últimas manifestaciones de la demonización general del periodo franquista.

Pero la figura de Franco no es censurable para todos. Algunas personas agrupadas en partidos políticos, asociaciones culturales o escuelas de historia muestran diariamente su adhesión al dictador y quieren recuperar su figura protegiéndola de las críticas generalizadas. En un ambiente hostil a sus planteamientos, se mantienen firmes en la defensa de quien consideran uno de los mejores gobernantes de la historia de España.

El apoyo político

El 20 de noviembre de 1975 es una fecha doblemente importante para los miembros de Falange Española de las JONS. Ese día celebran tanto la muerte de Franco como la del fundador del partido, José Antonio Primo de Rivera. Esta fuerza política, heredera de la Falange oficial del Régimen, sigue preservando un gran respeto a la figura de Franco. Contra la imagen habitual que se tiene desde la opinión pública, hay otras “falanges” (como la Falange Auténtica) que critican al franquismo por no implantar plenamente su ideario y por preterir a este partido a favor de otras familias del Régimen. Norberto Pico Sanabria, de 45 años y Secretario General de FE-JONS desde 2005, señala la lealtad de su partido al Régimen pese a que guarda las distancias respecto a la política franquista. “Nosotros somos fieles al mensaje joseantoniano (de José Antonio Primo de Rivera). De Franco hay cosas buenas y malas. Aplicó algunos principios falangistas, pero no todos. Franco preparó la transición, no la revolución social falangista. Sin embargo, si se toma en su conjunto la historia de España, es uno de los estadistas más brillantes”.

Para Pico Sanabria, el Régimen de Franco se caracterizó por su gran desarrollo socioeconómico: “La transición democrática ha sido injusta con la historia. Tras la Guerra Civil el país estaba hundido en la miseria, mientras que, cuando Franco abandonó el poder, España era la novena potencia industrial del mundo”. El libre acceso a la educación universitaria, el desarrollo de la industria o la posición de fuerza adquirida por el país en el contexto internacional son considerados por la dirección de este sector falangista como los mayores logros del franquismo.

Para FE-JONS no existe en España un verdadero partido político de derechas. “El PP es una fuerza tan de izquierdas como el PSOE. En economía y moral son completamente liberales y se han alejado de la Doctrina Social de la Iglesia. De hecho, reclaman lo que reclamaba el socialismo hace diez años en temas tan importantes como el aborto. En eso le van a la zaga”. Considera que esta tibieza del centro-derecha en España es lo que ha provocado que un partido como el PP se vuelva contra la figura de Franco, que ha sido, para los falangistas, el que más avances sociales ha generado en España. Así, Pico Sanabria cree que el socialismo se vio privado de su mensaje propio. “Franco desbordó a la izquierda por exceso de medidas sociales. Es el gobernante más revolucionario de la historia de España”.

Aunque FE-JONS declare que su ideario es diferente del franquista, afirma que el Régimen tenía un gran respeto por los pilares básicos del falangismo. Franco defendió la dignidad del hombre, la idea de España como patria común y la justicia social al margen de la lucha de clases. Esta triada, irrenunciable para el falangismo, ha perdido su sentido en la política actual. Antonio Ayala García, estudiante de Derecho de 21 años en la Universidad Juan Carlos I y afiliado a la Falange, afirma que “Franco nos hizo daño como partido al alejarnos de los puestos de poder. Pero respetó sus principios. Por encima de las etiquetas están los valores y las ideas. Por la defensa que mantuvo de ellos, Franco merece todo nuestro respeto y gratitud”.

El apoyo cultural

Este mismo respeto es el que anima a los miembros de la Fundación Nacional Francisco Franco. Dicha fundación recibe fondos del Ministerio de Cultura para la protección de los importantes archivos, aportados por la familia Franco, que en ella se albergan. La Fundación declara abiertamente su deseo de difundir la figura de Franco en sus facetas política, militar y personal.

Esta labor de difusión se centra especialmente en el mundo de la investigación. La importancia de los archivos pertenecientes a la Fundación obligan a todo investigador interesado en el periodo franquista a consultar sus fondos. Desde la secretaría de la Fundación afirman que ahí reside su principal medio de difusión. “La figura del Generalísimo interesa mucho desde el punto de vista histórico. Estamos convencidos de que una investigación rigurosa hará justicia con la figura de un gran hombre que ha sido fustigada por ignorantes que apelan a tópicos”. La gestión archivística se ve reforzada por la organización de conferencias y ciclos de formación que la Fundación promueve.

Antonio Canellas López, doctor en Historia por la Universidad Complutense de 27 años, ha tenido que tratar habitualmente con la Fundación. “Su labor es importantísima. Uno puede no estar de acuerdo con su espíritu, pero lo cierto es que si no siguieran con su actividad se perderían importantes documentos”. La Fundación no tiene ninguna proyección política y actúa simplemente como asociación cultural de defensa documental del Régimen. La celebración del 20-N es una de las fechas claves para ella.

El apoyo entre los historiadores

Entre los académicos que han acudido a la Fundación con la intención de investigar ha surgido un grupo de historiadores que apoya la gestión del Régimen. La corriente revisionista, representada especialmente por Ricardo de la Cierva y Pío Moa, ha pretendido recuperar la figura de Franco. Desde esta tendencia historiográfica se ha culpado a la izquierda de ser la responsable de la Guerra Civil y se ha calificado al franquismo como un gobierno moderado y de orden.

Esta corriente ha logrado gran difusión en los últimos años. Su importancia ha crecido especialmente con la oposición a la Ley de Memoria Histórica, considerada por ellos como una medida totalitaria. La escuela encabezada por de la Cierva y Moa cree que la ley es injusta y mezquina con el franquismo, al juzgar como criminal lo que ellos entienden que fue una defensa legítima del Estado frente a la revolución marxista que amenazaba España en los años treinta.

¿Lealtad o anacronismo?

Los defensores de la figura de Franco no pretenden una vuelta al pasado, ni abogan por la utilidad de la política del Régimen en la España actual. Sin embargo, se muestran leales a Franco en el seno de una sociedad a la que tachan de hipócrita por haberse vuelto contra alguien que produjo parte del bienestar del que ahora se benefician. La lealtad al franquismo es para ellos un signo de superioridad moral. Para otros, sólo una nostalgia enfermiza.

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